Sabía que cuando llegaran al poder los que defienden el acopio de riqueza de los que más tienen no iba a poder escuchar los medios de comunicación sin estresarme un poco más de lo aconsejable para mi buena salud, y así ha sido. En Catalunya ya ha llegado la derecha -civilizada, éso sí- y en las tertulias se oyen cosas como "... el debate de si nucleares sí o nucleares no, es un debate de los años setenta, cuando yo mismo llevaba pegada en la moto una pegatina con un sol.... hoy lo que interesa a todo el mundo es la rentabilidad que se puede obtener de alargar la vida de las nucleares...." y el hombre se quedaba tan pancho. Pero, sobre todo, nadie le discutía ni una coma de su discurso. Ni ecología, ni derechos de los trabajadores, ni protección a los que se quedan sin techo porque esos bancos que les dejaron el dinero solo tienen una consigna: ganar, y cuanto más mejor, a costa de lo que sea.
Se que si se cumplen las encuestas llegará al resto de España otra derecha más recalcitrante y para entonces habré de venderme -o regalar- radio y tele, si quiero conservar mi salud. Puede que emigre al extranjero, en donde no me afectarán tánto los desaguisados que se cometan, pues no serán mis paisanos los responsables.
Estos días en que tánto se alaba a la población egipcia por su lucha hasta conseguir la democracia, recuerdo los esfuerzos de tántos jóvenes españoles que en los años setenta tenían la misma esperanza que ellos. Recuerdo las palabras de una canción de Lluís Llach que pudo darse cuenta no muchos años después de la muerte del dictador y de la aparente apertura política: "... no és això, companys, no és això, pel que varen morir tantes flors, pel que varen plorar tants anhels..." ("... no es éso, compañeros, no es éso, por lo que murieron tántas flores, por lo que lloraron tántos anhelos..."