La vida es una única oportunidad, venga de donde venga, sea como sea, de ser y de estar. Mientras hay vida hay esperanza, dicen; si más no, de mirar o palpar, oir o intuir, llenar el estómago, lavarse, amar o sentirse amado. Los que no tienen nada tienen el deseo, o la rabia, o la desesperación. Los delincuentes tienen sus fechorías y los benefactores sus bondades. Pero no se diferencian tanto unos de otros: solo se trata de lo que cada uno tiene. Si los cambiamos de cuna al nacer, posiblemente de mayores cada uno poseerá lo del otro.
Perdonadme por el rollo, pero estoy compungida. Me afecta tanto horror junto, tantos cuerpos desgarrados por los escombros y por la desidia milenaria. Me duelen esos ojos que miran sin comprender nada. Ahora quieren dar a sus niños en adopción. No se si las mafias se pondrán las botas con ellos y con los que quieran adoptarlos. No se si los adoptadores podrán recibir a esos niños con lo que tienen dentro. O si intentarán hacer ver que no ha ocurrido nada, empezar de cero. Solo espero que les respeten profundamente, pues tienen unas vivencias que son suyas y que son todo lo que tienen, por malas que hayan sido. A partir de ahí, el futuro podrá ser suyo.
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