Dudo entre dos temas que hoy me han solibiantado y que no tienen nada que ver... o sí! Ahora que pienso, ambos afectan directamente a los viejos. Y digo viejos a sabiendas de que sienta muy mal esa palabra a muchas personas que prefieren eufemismos como "mayores, de la tercera edad, ancianos..." Como se les (¿nos?) quiera llamar, hoy nuestro presidente les ha rebanado un trozo de vida digna. Ha caído en la locura global de querer arreglar el desaguisado económico de cajas, bancos, especuladores y corruptos con parte del sueldo de los pensionistas. ¿Se ve presionado? ni a mí ni a los afectados nos importa. Nos importa la justicia, la ética y la valentía de un gobierno cuando se llama a sí mismo de izquierdas.
También hoy por la radio he tenido que soportar la manera tan seductora como poco respetuosa que una periodista tenía al dirigirse a un personaje viejo de la cultura, diciendo de él y ante él que estaba muy lúcido a su edad y que tenía muy buen aspecto. Puede que hoy, precisamente, estuviera yo muy sensible en el tema de los viejos, pero no he podido imaginarme por mucho que me he esforzado que a ella misma la entrevistasen diciendo que estaba lúcida y con buen aspecto.
Llegar a viejo es una suerte, pero también un riesgo. Suerte de disfrutar más tiempo de la vida y sus maravillas y riesgo de ser tratado como un niño, como una cosa o como un estorbo. Riesgo de que los jóvenes no comprendan que necesitan respeto y una vida digna como mínimo. El cariño se les da por añadidura.
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