10/2/10

LOS POLÍTICOS.... ¿UN PROBLEMA?

Una de las cosas que más nos preocupan a los españoles son los políticos. Lo dicen las encuestas. No los vemos como solución, sino como problema. Pero les necesitamos, si no queremos volver a la dictadura, para la que no hacen puñetera falta, solo una buena vara y, al que se sale de la fila, palo. Quizás necesitamos una nueva generación de políticos, también de ciudadanos, en la que lo que se valore no sean las formas, sino el fondo de lo que dicen. Claro que hay que ser amable y empático, pero la simpatía tiene que ser auténtica. Y si meto a los ciudadanos en el paquete es porque somos nosotros los que aupamos a los políticos (aunque no sea a través de listas abiertas). Lo malo de nosotros es que nos dejamos llevar por las apariencias, por los rumores, por la propaganda. Y ya se sabe que ésta depende del dinero y del poder.

Hoy me he apenado, casi avergonzado de nuestros políticos catalanes. Recuerdo cuando subió al poder el primer tripartito: creo que mucha gente de a pie, como una servidora, se ilusionó más aún que los tres dirigentes de izquierdas que, por primera vez iban a dejar de lado sus diferencias y trabajar por una Catalunya mejor.
Hoy se desautorizan públicamente los unos a los otros más que a la oposición. Fue un matrimonio (trío) de conveniencia y no han sabido cuidar lo convenido. Mientras, la oposición se frota las manos, y no me extraña. Están cediendo a la presión de quienes quieren su divorcio a base de acusarles de desacuerdos. Pero ellos deberían estar orgullosos de tener desacuerdos y gobernar con la cuerda tensada; es más difícil pero también más enriquecedor para los ciudadanos, porque el conjunto de sus visiones de país es poliédrico. Gobernar a solas supone ignorar otras sensibilidades diferentes a las propias. Pero tirarse piedras entre ellos, creo que no se les puede perdonar.

Mientras, Zapatero sigue sin decepcionarme tanto como para arrepentirme de haberle votado. Creo que es auténtico y que lucha por lo que cree. Se equivoca cediendo a las presiones de los poderosos, aunque no tanto como quisieran. Puede que yo camine contra corriente, pero si no lo hubiera hecho toda mi vida, hoy estaría en el fondo del mar. Es un decir.

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