Vamos a entrar en Diciembre, en el mes de Navidad, fiestas que aquí, por estas tierras, celebramos con más tradición que devoción. Este año las vacas están flacas. No se si habrá mucha alegría en los hogares, no se si en las mesas volverán a triunfar los antes sabrosísimos pollos, recobrando así el lugar privilegiado que langostas y otros manjares les arrebataron en tiempos en que a las vacas las veíamos gordas. Hoy los espejos se han rebelado y nos han mostrado la triste realidad: las vacas estaban flacas y ahora en los huesos. El pollo puede volver a ser un lujo. Los árboles de navidad habrá que sacarlos del desván, limpiar el polvo del plástico de su hojas y hacer ver que estamos contentos. No como el loco que hoy tiraba su casa por el balcón ni la gente que, amontonada en la calle apostaba por un posible desahucio, por una pelea, quizás una paliza... o algo peor. La gente no se extrañaba de semejante espectáculo, a pesar de que el agua caía a chorros, que la plancha volaba y rompía los cristales del Citröen aparcado en la acera.
El Domingo 28 elegiremos un partido y unos políticos para que nos gobiernen Catalunya. Desde Franco no había habido tan poca vergüenza para proclamar y reclamar el desprecio, cuando no el odio a los inmigrantes. No recuerdo tampoco que ningún político se haya atrevido, desde Franco, a basar su campaña en el desprecio, cuando no el odio a la lengua catalana. En esta campaña se ha perdido el miedo y la vergüenza, yo diría que también el decoro y la ética. Quizás porque no se quiere renunciar a la langosta y nos avergüenza poner pollo en la mesa de Navidad. Alguien tiene que tener la culpa, y no podemos ser nosotros mismos, ni tampoco los que sí siguen comiendo langosta, porque ellos son ls representación de esas vacas gordas con las que hemos estando alucinando durante los últimos años.
Mi tío explicaba que un joven y pobre campesino, cuando volvió de hacer la mili en una gran ciudad, preguntaba extrañado a su padre al verle arrancar las malas hierbas: Padre, qué es esta hierbita?. Yo no se los jóvenes, pero la gente de mi edad sí sabemos lo que es la mala hierba y a dónde conduce, y en esta campaña la estoy viendo con más tristeza que desesperanza.
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