El espectáculo de hoy en periódicos y medios de un Gadafi ensangrentado, agujereado, parece que llena de satisfacción a medio mundo. Me pregunto qué deben explicar a sus hijos los que hoy ponen el diario en su sala, con esa fotografía en la portada. Acaso les digan: "Era un hombre muy malo" o "Le han dado su merecido". Este hombre pedía clemencia a sus verdugos, lo hemos visto en un escabroso vídeo que corre por ahí. Hoy se exhibe el cuerpo como un macabro trofeo de un mundo civilizado enfurecido, eufórico y, sobre todo desmemoriado: se cargan a quien hace muy poco ensalzaban. Parece como si quisieran desmembrar ese cuerpo ya roto y repartirselo como muestra del heroísmo de haber acabado con un dictador. Todos sabemos que no por acabar con uno se acaban los dictadores para siempre. Vienen otros egocentristas y ambiciosos a sustituirlos, y lo único que va a impedir que hagan de las suyas es que no les apoyemos, que les hagamos el boicot y no que negociemos y les hagamos de cómplices.
La ejecución de Gadafi mancha la imagen de los rebeldes
No hay comentarios:
Publicar un comentario