No puede ser. No es posible que todos los políticos europeos se hayan vuelto locos. O se hayan aliado con los poderosos hasta el extremo que quieran solucionar una crisis que esos personajes han creado, quitando derechos a los trabajadores y pensionistas (gente que se ha dejado el pellejo para enriquecerles a ellos). No me extraña que los griegos salgan a la calle pidiendo cordura y vergüenza, pero la respuesta que obtienen son policías queriéndoles cerrar la boca, y la de sus gobernantes es amenazarles con la bancarrota, si no aceptan poner la otra mejilla. Aquí, nuestro presidente está poniendo sus barbas a remojar y ya empieza a recortar derechos, antes que la oposición y los ricos le achaquen todas las desgracias que sufrimos.
Mi madre decía que su padre sentenciaba: "Para ver cosas estar vivos, no morirse", y en verdad que nunca me habría imaginado presenciar un panorama como el que estoy viendo. Pero no me quiero morir por no verlo, sino que reivindico -y se que no estoy sola- la cordura y la vergüenza. Pese a todo, sigo creyendo en el ser humano, no como un acto de fe, sino porque el esfuerzo de tantos trabajadores ha logrado el milagro de civilización que hoy tenemos.
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