De nuevo Italia. Lo siento, no tengo nada en contra de los italianos, pero parece que este país ha perdido el juicio, por lo menos su gobierno. Anular la legitimidad del testamento vital, la renuncia a la alimentación artificial cuando nada hay que esperar ya de la vida me parece de una crueldad que solo puedo entenderla bajo el prisma del pensamiento totalitario. Extremistas de la conservación de la vida, no importa en qué condiciones, mientras no se preocupan que personas que sí podrían disfrutar de ella mueren de hambre y de miseria. Yo diría que es el triunfo de la hipocresía lo que ha ocurrido hoy en Italia. (La noticia)
En España la iglesia -la pongo con minúscula porque esa iglesia me lo parece- ha iniciado una campaña contra el aborto. Los que la instigan, al igual que sus colegas italianos, no respetan a quienes no piensan como ellos y quieren que todos pasemos por su tubo, al contrario de los que quieren unas leyes que permitan que cada cual obre según su conciencia. Recuerdo una frase que alguien dijo sobre el dictador Franco: "Quería hacer de España un convento"... y casi lo consigue. El sexo era tabú, como lo sigue siendo para esas personas para quienes solo lo justifica la procreación. El placer les está prohibido, no se por qué extraño pecado que quizás ellos hayan cometido y que quieren compartir con el resto de los humanos. En cambio, se diría que tienen que pagar su culpa expiándola con dolor y sufrimiento y, también compartiéndolo con todos los demás. Que me perdonen, pero sus posibles culpas, las tienen que expiar ellos solitos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario