Lo de la gripe porcina -su nombre original, sin eufemismos- asusta, por qué no decirlo, como puede asustar que te caiga a un rayo encima o te venga un loco de carretera y te envista, pero lo que hoy he percibido como un peligro inminente es esa decisión que han tomado los organismos "competentes" de aleccionar a los niños en las escuelas a no darse besos, ni la mano, ni... Hace ya un tiempo que nos están lanzando mensajes a los adultos para que hagamos lo mismo: no tener ningún contacto físico con nuestros semejantes, mantener unas distancias espaciales suficientes...
Otra vez, de nuevo unos pasos hacia atrás cuando parecía que uno de nuestros valores más importantes era el de la comunicación, la tolerancia que solo se puede conseguir a través del conocimiento del otro. Ahora y si seguimos las pautas que nos cocinan, la única comunicación que vamos a poder tener es a través de Internet. De tanto querer prevenir no vamos a poder vivir. O vivir en un mundo aséptico en donde no cabe ni la espontaneidad ni la confianza. Un mundo paranoico, quizás saludable a nivel físico, pero en donde un apretón de manos se puede convertir en nuestra mente, en un ataque que puede perdurar por mucho más tiempo de lo que dure la proliferación del virus.
Que los dioses nos cojan confesados.
retrocedemos como los cangrejos... pero más deprisa. No obstante, muchos seguimos contra viento y marea.
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