Hoy he asistido a la charla que han dado en Gavà los de la Marxa pel Decreixement, invitado por el grupo Les Agulles. Los datos que aportaban sobre la evolución de del consumo del petróleo y de las materias primas son tan concretos, tan claros y la conclusión tan evidente y sencilla, que parece una materia de matemáticas elementales: Si de un número (la energía del planeta en forma de petróleo, minerales, etc) se le van restando unidades y no se le suma ninguna, el resultado es 0. En otro nivel de matemáticas más avanzado sabremos que el resultado puede llegar a ser negativo, infinitamente negativo.
Está claro, ¿no?. Entonces, cómo es que los que tienen poder de decisión en el modelo de mundo y de sociedad que estamos construyendo se empeñan y quieren hacernos creer que restando (gastando) materias primas y no sumando (porque no hay suficiente dado el gasto frenético de nuestro modo de vida) hemos de seguir creciendo (consumiendo nosotros y forrándose ellos)?
Una charla con tanto sentido común que me partecía estar en otra galaxia. Porque lo que veo cada día a mi alrededor no es precisamente sentido común: gastamos y gastamos para ser más felices, para éso tenemos que trabajar más horas de las que necesitaríamos si no gastásemos tanto y como no tenemos tiempo para disfrutar de lo que tenemos, ni siquiera de la relación con los nuestros, en lugar de ser más felices, vamos por la vida angustiados, con las cervicales atrofiadas por la tensión.
Se han hablado de cosas prácticas, como valorar y promocionar la agricultura ecológica, crear una cooperativa de consumo de dichos productos...
No he podido evitar comparar este mundo de mis sesenta con aquel de mis veinte y ... Entonces luchábamos contra la explotación económica y laboral y contra la dictadura. Ahora sigue la explotación económica y laboral (peor aún porque aún gracias que no se lleven la fábrica a las Antillas). Lo nuevo es que ahora también se destripa el planeta. Y que el gobierno de turno no es dictatorial, sino comecocos. Al menos, tenemos la posibilidad de no dejárnoslo comer.